El programa bilingüe se basa en la idea de inmersión lingüística, es
decir, favorecer un entorno en el que los alumnos y alumnas estén en contacto
con una lengua (en este caso la lengua inglesa) durante el mayor tiempo
posible. Esto imita el aprendizaje de su lengua materna y de esa forma la
adquisición se produce de forma natural con el paso de los años exactamente
igual que cuando somos bebés y aprendemos a hablar.
Para poder llevar esto a cabo utilizamos el inglés de forma exclusiva en
el aula, tanto en los libros, como al impartir las clases, al corregir o
disciplinar comportamientos de los alumnos y alumnas e incluso para
comunicarnos en las rutinas diarias más comunes.
Dado que los maestros y maestras del colegio no somos hablantes nativos,
contamos con la ayuda de auxiliares de conversación que provienen directamente
de países de habla inglesa. Su función es la de ayudarnos en el desarrollo de
las clases y, especialmente, hablar con los niños y niñas para favorecer que
utilicen el inglés como vehículo de comunicación de manera espontánea.
Para asegurar que todos los centros bilingües están desarrollando una
labor similar, los alumnos y alumnas pueden someterse a diversas pruebas
externas a lo largo de su etapa en Educación Primaria. Son realizadas por
instituciones que se dedican a la evaluación del aprendizaje del inglés en todo
el mundo y el personal es también nativo y especializado.
El aprendizaje de una segunda lengua de comunicación no afecta a la adquisición
de la lectoescritura ni de conocimientos en la lengua materna. Esto podemos
decirlo ya por experiencia propia de varios cursos escolares. Sin embargo sí
genera dudas en los padres y madres a la hora de trabajar en casa por
desconocimiento de la lengua inglesa y la ansiedad de no saber cómo ayudar a
hijos e hijas en caso de que lo necesiten.
Desde el centro siempre tratamos de tranquilizar en ese aspecto y
repetimos las mismas normas de trabajo en casa, que básicamente son tres:
* Evitar traducir literalmente los textos y las
actividades al castellano.
* No preguntar a los alumnos el significado en
castellano de lo que están leyendo o trabajando en inglés.
* Ayudar a estudiar y trabajar en casa dentro
de las posibilidades de cada uno.
Estas normas siguen una lógica sencilla: ser bilingüe significa poder
comunicarse con otros y con uno mismo en dos idiomas; esto implica pensar en
dos idiomas. Traducir nos ayuda a los padres, no a los alumnos. Los niños
pequeños saben lo que es, por ejemplo, una mesa, pero aún no disponen de medios
lingüísticos para explicarnos qué es una mesa; los alumnos y alumnas de
bilingüismo entienden lo que leen o escuchan en inglés pero aún no pueden
traducir al castellano y explicárnoslo.
El hecho de sentarnos con nuestro hijo o hija, o asignar una hora diaria
de trabajo ya es ayudar mucho. No es imprescindible saber inglés. Recordemos
cuando en nuestros colegios e institutos se comenzó a trabajar con la
informática y prácticamente nadie tenía ordenador en casa y muy pocos padres o madres
sabían de ello. Al final tod@s aprendimos y con el inglés ocurrirá igual.
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